lunes, 16 de marzo de 2015

Arte

RENACIMIENTO:

VOCABULARIO:

ALMOHADILLADO: Paramento de sillería donde la cara visible de los sillares ha sido labrada a manera de almohadilla. Las juntas están biseladas o rehundidas, para dar la sensación de relieve. Es típico de la arquitectura del Renacimiento, siglos XV y XVI. En España el ejemplo más característico es el Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, de Pedro Machuca, del siglo XVI.

BALAUSTRE: Columnita de perfil compuesto por molduras cuadradas y curvas, ensanchamientos y estrechamientos sucesivos, que se emplea para ornamentar barandillas o antepechos de balcones, azoteas, corredores y escaleras. Derivado del concepto anterior sería el de BALAUSTRADA o serie u orden de balaustres, formando barandilla. Es típico de la arquitectura desde el Renacimiento, siglos XV y XVI. 

CINQUECENTO: Italianismo que designa al siglo XVI, los años mil quinientos. Correctamente sólo debe emplearse para aludir al arte del Renacimiento en Italia. Rotonda de Visenza

GRUTESCO: Ornamento consistente en seres fantásticos, humanos, animales y vegetales, enlazados y combinados para formar un todo. Es un tema propio del Renacimiento, inspirado en los hallados en algunos edificios romanos, como la Domus Aurea de Nerón y suele estar formado por una cabeza o bien un torso humano o animal en la parte superior, que termina en un juego de elementos vegetales en la inferior. Ejemplo: Fachada de la Universidad de Salamanca, de Estilo Plateresco, principios del siglo XVI. 

HERRERIANO: Este estilo arquitectónico, el Estilo Herreriano o Escurialense, ocupa el último tercio del siglo XVI, bajo el reinado de Felipe II. Se caracteriza por una gran sobriedad decorativa, conectando perfectamente con la austeridad que propugnaba la Contrarreforma. El nombre que recibe deriva de Juan de Herrera, autor de la obra clave de este período, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

LINTERNA: Torre pequeña más alta que ancha y con ventanas, colocada sobre la parte más alta de la cúpula para iluminar el interior del edificio; tiene su origen en algunas construcciones romanas, como el Panteón de Agripa y la Sala de la Domus Aurea de Nerón. La linterna ha tenido un uso muy frecuente desde la arquitectura renacentista, siglos XV y XVI. Ejemplo: La Cúpula de San Pedro del Vaticano de Roma, de Miguel Ángel, siglo XVI.


 MANIERISMO: Hacia la tercera década del siglo XVI se produjo una reacción anticlásica que ponía en cuestión los ideales de belleza del Renacimiento. El origen del concepto está en la expresión italiana "alla maniera di...", es decir siguiendo la línea de Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, etc. y se caracteriza por crear un estilo artificial, dando importancia a los excesos, el contraste, la curiosidad y la sofisticación, tanto en arquitectura como en escultura y pintura. PALACIO CARLOS I

MÉNSULA: Se dice de cualquier elemento que sale de una pared o del plano en que está colocado y sirve para sostener o recibir algún elemento arquitectónico o esculturas, balcones, cornisas, etc. En el Renacimiento, siglos XV y XVI, podemos apreciar buenos ejemplos en los elementos arquitectónicos de la sala en la que se encuentra la Escalera de la Biblioteca Laurentiana de Miguel Ángel, del siglo XVI.

PLATERESCO: Este estilo arquitectónico puramente español se desarrolla cronológicamente en la primera mitad del siglo XVI, correspondiendo con el reinado de Carlos I de España y V de Alemania. Se trata de un estilo ornamental que abarca desde las últimas obras del Gótico Flamígero hasta la consolidación de las formas  plenamente renacentistas libres de pervivencias góticas y platerescas, es decir, hasta lo que se denomina Estilo Clasicista por su clara influencia italiana. La característica fundamental que define el Estilo Plateresco es la profusión decorativa, que combina simultáneamente elementos de influencia italiana con otros hispanos, como medallones, escudos, balaustradas y figuras humanas, animales o vegetales entrelazadas, los denominados grutescos, se conjugan con habilidad y cubren las superficies de los edificios hasta desdibujar sus originarias líneas puras. Esta característica le valió la denominación de “plateresco”, al comparar su minuciosa decoración con la tarea propia de  los plateros y orfebres. Ejemplo: Fachada de la Universidad de Salamanca, de Estilo Plateresco, principios del siglo XVI.

QUATTROCENTO: Italianismo que designa al siglo XV, los años mil cuatrocientos. Correctamente sólo debe emplearse para aludir al arte del Renacimiento en Italia. SACRIFICIO DE ISAAC

SFUMATTO: Es la gran creación de Leonardo da Vinci como pintor, se trata de un artificio pictórico que consiste en prescindir de la línea, del dibujo, de los contornos netos y precisos del Quattrocento y envolverlo todo en una especie de niebla imprecisa que difumina los perfiles y produce una impresión de inmersión total en la atmósfera, el paisaje adquiere así una misteriosa dimensión y los personajes un encanto distante y enigmático. Ejemplo: La Gioconda de Leonardo da Vinci, siglo XVI.


TAMBOR: Elemento constructivo cilíndrico que sirve de base a una cúpula a fin de dar a ésta mayor realce; generalmente con ventanillas u otro tipo de abertura para iluminar el interior del edificio. El tambor ha tenido un uso muy frecuente desde la arquitectura renacentista, siglos XV y XVI. Ejemplo: La Cúpula de San Pedro del Vaticano de Roma, de Miguel Ángel, siglo XVI. [Ver fotos de “Linterna”]

 TONDO: Italianismo que quiere decir escena enmarcada dentro de un círculo. También adorno circular rehundido en un paramento o muro. El formato circular para los cuadros fue recuperado por los artistas del Renacimiento italiano, siglos XV y XVI, que lo relacionaban con las medallas clásicas. Ejemplo: El Tondo Doni, de Miguel Ángel, siglo XVI.

COMENTARIOS:

IL CONDOTTIERO GATTAMELATTA. DONATELLO. “QUATTROCENTO ITALIANO”




Se trata de una estatua de bulto redondo realizada en bronce fundido en el taller de Andrea della Caldiere, entre 1447 y 1453. Erigida para honrar al condottiero de la República de Venecia Erasmo de Narni, hoy día se halla en la Plaza del Santo, en la ciudad de Padua.
Sobre un pedestal se levanta el retrato de un sereno jinete, que marcha sobre su caballo, representado con gran naturalismo. El guerrero se mueve lentamente por la plaza, en una marcha de conquista. El caballo avanza también firme y sin excitación, lo cual resalta todavía más la calma de todo el conjunto.

Gattamelatta avanza con la cabeza descubierta, pues cualquier tocado habría dejado claro que el militar es simplemente una máquina de guerra, gobernada por la voluntad de Dios, como había sido preceptivo durante la Edad Media. Pero hay que recordar que nos encontramos en una época en la que triunfa el naturalismo, aún cuando se trata de exaltar las virtudes del representado.
La intencionalidad de este retrato ecuestre es la de glorificar al personaje que se nos muestra. También se trata de destacar las bondades del militar, entrado en años y que con gesto austero conduce su caballo con autoridad, aunque sin violencia. Esta autoridad está simbolizada en el bastón de mando que lleva.

Estilísticamente está relacionada esta escultura con el retrato ecuestre imperial, inspirada directamente en el retrato de Marco Aurelio. Aunque al héroe joven y físicamente perfecto de la Antigüedad, le sustituye un hombre real que ha triunfado gracias a su inteligencia.
En cuanto a su autor, Donatello, nace y muere en Florencia (1386-1466) después de numerosos años de intenso trabajo, protegido por dos de las familias más influyentes del momento los Martelli y los Medici (por Cosme, en concreto). Su obra se caracteriza por el estudio del cuerpo humano, el
interés que muestra por las diferentes edades del hombre (como queda patente en el condottiero), por la profundización en la psique de los personajes representados y por el feliz maridaje en el que conviven realismo e idealismo. Escultor prolífico y diestro sobre cualquier material, a él se deben obras de carácter religioso ( “San Jorge” o “María Magdalena”) ,

LA ANUNCIACIÓN. FRA ANGELICO. “QUATTROCENTO ITALIANO”. 




Obra maestra del pintor toscano, realizada entre 1430 y 1432 para la Iglesia del Convento de Santo Domingo de Fiesole, se halla actualmente en el Museo Del Prado (Madrid).

Realizada en temple sobre tabla, desarrolla un tema religioso, como es el de la Anunciación, siguiendo el Evangelio de San Lucas. La escena principal es situada por el artista en un plano muy próximo al espectador y ocupa las dos terceras partes de la derecha de esta obra. Se desarrolla en un pórtico de mármol que recuerda el del Hospital de los Inocentes, de Brunelleschi, con arcos de medio punto que descansan sobre columnas muy finas y bóvedas de arista de color azul celeste salpicadas de estrellas doradas. Preside la fachada un medallón con el rostro de Dios Padre. Al fondo se abre un pequeño cuarto con un banco, con la intención tal vez de crear sensación de profundidad.

La Virgen se sitúa a la derecha de la composición y en actitud sumisa recibe al Ángel que viene a anunciarle su próxima maternidad. Indicio del sosiego del momento es el libro cuya lectura ha interrumpido María ante la inesperada visita y que mantiene en su regazo. Viste una túnica de color rosado y un manto azul ultramar.

Por su parte el Arcángel Gabriel se inclina con humildad ante la futura Madre del Salvador, vestido con traje color rosa con franjas de oro, ceñido a la cintura y cayendo en grandes pliegues hasta los pies.

Los dos personajes son rubios, de piel muy blanca y de manos finas y alargadas.
En el ángulo izquierdo observamos un vergel que representa el Paraíso, que en ese momento están abandonando Adán y Eva, vestidos y arrepentidos, vigilados en su marcha por un Ángel. En la parte superior encontramos las manos de Dios que envían hacia la derecha un rayo de luz en el que viaja la paloma del Espíritu Santo.

En la parte inferior, la predela nos muestra escenas de la vida de la Virgen en cinco paneles cronológicamente ordenados desde el “Nacimiento” hasta el “Tránsito”.
Obra llena de luz y de un colorido nada estridente, de acuerdo con el tema, en la que se aprecian algunas “deficiencias” técnicas, como por ejemplo la falta de perspectiva y el recurso al acercamiento de las figuras más importantes para crear sensación de profundidad.

El simbolismo invade la pintura, pues el artista no se limita a presentarnos el momento de la Anunciación propiamente dicho, sino que se remonta hasta el pecado de Adán y Eva para hacernos comprender que el nacimiento de Cristo es el nacimiento del Redentor. Además, el rayo de luz que llega hasta María y que transporta al Espíritu Santo nos indica que será madre por “obra y gracia” de éste.

Realizada la obra alrededor de 1430, observamos reminiscencias de la época medieval, como es el detallismo propio de la miniatura con que son tratados las flores y los frutos, las minuciosas alas del Ángel o el halo dorado de los dos personajes principales. La austeridad de la arquitectura, la luz y el color son ya renacentistas.

LA TRINIDAD. MASACCIO. “QUATTROCENTO ITALIANO”. 




Se trata de una pintura al fresco realizada para decorar uno de los muros laterales de la Iglesia de Santa María Novella de Florencia, de ahí sus enormes dimensiones. Las opiniones sobre su datación varían entre 1425 y 1428. Oculta por un retablo de Vasari y un altar de piedra, se pone al descubierto en su total integridad en 1861.

La pintura representa el dogma de la Santísima Trinidad. La escena aparece dentro de un marco arquitectónico inspirado en los arcos de triunfo romanos: bóveda de cañón dividida en casetones y sostenida por columnas jónicas, flanqueadas a su vez por pilastras de fuste acanalado que sostienen un entablamento.

Dentro de este marco aparecen el Crucificado, por detrás de la cruz y en un nivel superior, Dios Padre y la paloma del Espíritu Santo. Completan el conjunto la Virgen y San Juan y las figuras de los donantes o comitentes. Estos donantes representan una importante novedad y es que ocupan el espacio que nos corresponde a los espectadores. Su postura es la tradicional, arrodillados y rezando. Están realizados a tamaño natural y en ellos destaca el realismo y el volumen logrado.

La escena principal se organiza sobre un altar de mármol que encierra un esqueleto yacente que se acompaña de una macabra inscripción “Fui lo que tú eres y lo que yo soy, tú serás” .

Con este fresco Masaccio alcanza la perfección absoluta de la perspectiva lineal, uno de los aspectos fundamentales de la pintura renacentista, creando un punto de fuga a nivel del espectador. Además, trabaja con una maestría absoluta la técnica del trampantojo.

El colorido sobrio acompaña el tema representado.

Son muchas las interpretaciones que se han realizado de este fresco. En el esqueleto yacente se ha querido ver el viaje que debe realizar el espíritu del hombre para alcanzar la salvación, a través de la intercesión de María y San Juan. La pintura puede “leerse” en sentido vertical ascendente, como la ascensión hacia la salvación eterna, desde el esqueleto que simboliza la muerte, hasta la vida eterna (Dios Padre), pasando por la oración (los donantes), la intercesión de San Juan y María y la redención (Cristo crucificado).

El hecho de que la arquitectura renacentista representada en la obra alcance tal grado de perfección, ha hecho pensar que incluso Brunelleschi pudiera intervenir en el diseño de la obra o al menos, mostrar a Masaccio los principios de la perspectiva.

EL NACIMIENTO DE VENUS. SANDRO BOTTICELLI. “QUATTROCENTO ITALIANO”.




Se trata de una de las obras más emblemáticas del autor, que se conserva en la Galería de los Uffizi (Florencia).

Ejecutada en temple sobre lienzo, nos presenta la llegada a la orilla desde mar adentro de Venus, diosa del amor, nacida de los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Crono y arrojados al mar.
Venus llega a la playa de una de las islas que tradicionalmente se le dedican, como Chipre, sobre una concha empujada por el soplo de dos divinidades aladas y entre una lluvia de flores. Dichas divinidades situadas a la izquierda de la composición son Céfiro (Dios del viento del Oeste) y su esposa Cloris (ninfa de la brisa, cuyo nombre significa pálido y conocida como Flora entre los romanos). Cronos y Flora fuertemente abrazados simbolizan la unión de la materia y el espíritu.
El centro de la composición se encuentra ocupado por Venus sobre una concha que flota en un mar verdoso, desnuda con una mano en el pecho y otra en el pubis. Solamente aparece cubierta por sus largos y rubios cabellos, con los que tapa su parte más íntima, cuya representación estaba prohibida. Su postura curvilínea sigue siendo propia del Gótico, sin embargo el “contrapposto” con todo el peso del cuerpo sobre la pierna izquierda y el pie derecho ligeramente atrasado y algo levantado, es una actitud heredada del clasicismo griego.

Representa el prototipo de belleza botticelliana: mujer muy joven, de ojos claros y boca cerrada con expresión melancólica, piel de color marfil con toque rosados muy leves. Hay que destacar que esta tonalidad más que recordar a la piel, sugiere la superficie y la firmeza de una estatua.
En la parte derecha del cuadro y próxima al espectador, una Hora espera a la Diosa para cubrirla con un manto rojo de motivos florales. Puede que se trate de la Primavera.

No existe preocupación por la perspectiva, ni por la creación del espacio, pues la preocupación de Botticelli se centra en la línea, en lo curvo, en la atmósfera.

Las fuentes literarias en las que se basa la obra son Las Metamorfosis de Ovidio y Angelo Poliziano, pero además existe el recuerdo de una obra del griego Apeles llamada Nacimiento de Venus .
Toda la obra rezuma simbolismo neoplatónico. Expresa la armonía, la unidad encuadrada dentro de los tres elementos: tierra, mar y aire. La belleza , el amor y la verdad encarnados en Venus. Asimismo, la expresión melancólica de la Diosa es impropia del arte clásico y más bien representa la bondad cristiana. El manto con el que la ninfa cubre a Venus simboliza que los misterios de la diosa, como los del conocimiento se encuentran ocultos. Por último, los naranjos y el laurel pueden entenderse como alusión a la familia Medicis.

Se desconoce la fecha exacta de su realización (entre 1482 y 1484), en cualquier caso tras la estancia romana de Botticelli.

LA VENUS DE URBINO o LA VENUS DEL PERRITO. TIZIANO. PINTURA VENECIANA (SIGLO XVI).  




Realizada por Tiziano en 1538, en un soporte de óleo sobre lienzo, esta obra se conoce como “Venus de Urbino” o “Venus del perrito” en alusión al animal que aparece dormitando a los pies de la joven. Sabemos que en 1631 el cuadro se encontraba formando parte de la colección privada de la familia Medici, pero desde 1736 se encuentra en la Galería de los Uffizi (Florencia).

La escena está compuesta en primer término por una joven desnuda semitendida sobre su lecho, en el interior de un palacete veneciano, a cuyos pies duerme un pequeño perro. Al fondo aparece abierto a la laguna un gran ventanal por el que se observa el cielo, tras un árbol y por el que entran leves reflejos que produce la luz del Sol al proyectarse sobre el agua, dando lugar a zonas sombreadas e iluminadas en las baldosas del suelo. Dos criadas se encuentran ordenando ropas en un arcón.
La figura de la joven dispuesta en una elegante línea oblicua, invade toda la obra. La muchacha mira al espectador, haciéndole partícipe del momento, de un modo dulce y complaciente. Se trata de una figura llena de erotismo, que queda resaltado por las flores que lleva en su mano derecha, por la colocación de su mano izquierda sobre el pubis y por el color claro y cálido del cuerpo.
En contraste con la luminosidad y sensualidad de la joven, nos encontramos con las dos criadas rigurosamente vestidas con ropas de tonalidades frías. El color oscuro del colchón y de la pared provoca que la mirada del que contempla la obra se centre en el cuerpo de la Venus. Inmediatamente el punto de fuga de la perspectiva se dirige hacia la derecha, hacia las criadas, que aportan una buena dosis de realismo al asunto.

Parece que la pintura se halla inspirada en la “Venus dormida” de Giorgione, aunque se aleja del idealismo propio del Renacimiento, pues en esta obra la joven aparece consciente y orgullosa de su belleza y desnudez, sin encontrar en ella la sensación de un distanciamiento casi “divino”.
Como elementos simbólicos más destacados encontramos el arcón, que se ha relacionado con el mito de la caja de Pandora y por supuesto, el perrito. La presencia del animal es signo de que la representada no es diosa, sino mujer real; además típica alegoría de la fidelidad, aquí aparece sugerentemente dormido.

De Tiziano (1487-1576), el autor, sabemos que fue discípulo de otro gran maestro de la pintura, Giorgione; de hecho, sus primeras obras guardan tantas similitudes con las del maestro que es difícil diferenciar la autoría. Tan conocidas son sus pinturas de tema mitológico, con personajes femeninos de formas blandas y redondeadas, como sus retratos. Autor por excelencia de la pintura veneciana del siglo XVI, sus obras muestran el interés de la Escuela por el color, la luz dorada, la calidad y minuciosidad de lo representado y el gusto por lo raro o exótico.
Esta obra de Tiziano sirvió de inspiración para la realización de la
“Olympia”

de Edouard Manet.


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